octubre 28, 2003

Los fractales. Pienso en los fractales. Me deslumbra su constitución infinita y sabia. He leído a Richard Dawkins, de quien pienso escribir un tajo próximamente y a quien he colocado en mis links, junto a sus hijos, los infoartrópodos. He visto el reverso del terror norteamericano en Freddy vs Jason. También he visto —casi llorando— el rostro infantil de Hulk, descubriendo algo de mi niñez que está negándose a salir, y qué bueno, espero que siga haciéndolo.

Mi hijo se ha enfrentado cara a cara con un hipopótamo y ha resuelto, a su pequeña manera, las leyes de la Física en la vida diaria. Con él, he encontrado ventisiete telarañas a menos de cien metros fuera de casa. El problema es que Santiago cree que todas son la araña sensual de James and the Giant Peach, les gime, trata de entablar plática con ellas y creo que le angustia su silencio, el hecho de que lo miren desde su paciencia invertebrada. Vale decir que Santiago, que le está pegando a los 2 años de edad, se ha dado un chapuzón en la obra de Tim Burton, no sé con qué consecuencias.

En estos cuatro meses conocí a G. H. Hardy con sus matemáticas peliagudas, como también las teorías de Michael Land sobre los principios básicos de un ojo: según Land, tus ojos y los ojos de cualquier animal —un gato, una mosca o un calamar— se han desarrollado a través de los siglos respetando 9 principios básicos. Impresionante conclusión. Mejor dicho: te cause interés o no, es una impresionante conclusión.

Fractales. Tengo una idea remota de lo que son. Pienso en ellos.

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Comentarios a:
mr_phuy@mail.com

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